Se realiza esta pieza, considerada una de las grandes obras sinfónico–corales del siglo XX, en una versión para dos pianos y percusión. Aquí, el compositor, polémico exponente del neoclasicismo del siglo pasado, pone música a algunos de los textos de la colección homónima de canciones goliardas del siglo XIII encontradas en un manuscrito en Alemania en el siglo XIX. En estas canciones medievales abundan las temáticas profanas de exaltación de la vida, del amor, de la contemplación de la naturaleza y del disfrute de los placeres mundanos.